Tablero Deportivo

lunes, marzo 30

En 1995, Fernando Ortiz lograba el bronce panamericano

Fernando con sus padres, Edgardo Rasio y compañeros luego de la premiación (Foto; gentileza flia. Ortiz). 
Si hay historias de sacrificios y renuncias, de logros y premios, dentro del deporte en cualquier nivel y escalas, la de Fernando Ortiz encaja perfectamente en estos ítems. Mientras el canoaje despuntaba en Pescadores, él comenzaba a destacarse. Y uno de sus mejores momentos fue, qué duda cabe, su participación en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata ’95, cuando logró la medalla de bronce con el equipo argentino del k-4, detrás de Cuba y Estados Unidos, en aquel marzo otoñal. 

“La historia previa tuvo algo fuera de lo común porque yo no estaba en el equipo en el ’93, cuando era juvenil, porque me había vuelto a San Pedro. Cada tanto tenía esas locuras, me costaba estar lejos de la familia y de la ciudad, y al mínimo cambio volvía para acá”, es lo primero que recuerda Fernando, 20 años después, en medio de la tranquilidad familiar que tanto disfruta y que añoraba en cada concentración lejos de la casa.
-¿Fue raro volver a la selección luego de haber dejado?
-Un poco sí. Recuerdo que en el ’92 fuimos al Mundial juvenil, corrí en el ‘93 algo desganado ya que no estaba en el nivel que debía estar, volví a San Pedro y, aunque no dejaba de remar, no lo hacía con la exigencia de una concentración nacional. A fines del ’94 se realizó el Campeonato Argentino y previamente un selectivo para mantener el grupo que estaba concentrado y sumar a alguien en el caso de que tuviera el nivel. Hice el selectivo a medias, porque estaba preparando el ingreso al profesorado de educación física en el ISEF y no me fue bien. Es más, los 200 m., que era la distancia en la que mejor andaba, no los pude hacer por un examen. Toda la selección había concentrado cerca de dos meses y medio, y venía de una gira preparándose para los Panamericanos. Se corre el Campeonato Argentino y no me va tan mal en los 500 m. y 1000 m. y los 200 m. los gano yo. Eso fue todo un tema porque fui el único de la selección que ingresé en una final de 9 botes y encima la había ganado. Javier Correa, Diego Cánepa, Sergio Mangín andaban muy bien en esa distancia, quizás Abelardo Sztrum no tanto porque era el mejor pero en distancias un poco más largas y, de hecho, ganaría los 1000  en los juegos. Hubo una reprimenda para los entrenadores de parte de la federación porque una persona sin el presupuesto que tenían los demás, ganó ese selectivo y entonces me convocaron. Y mi relación con el cubano Sánchez, el entrenador principal, si bien no fue mala, tampoco la mejor por ese hecho. 
Las medallas argentinas ese día
Y a partir de allí regresas al equipo y a las concentraciones…
Claro. En diciembre me avisan y en enero se realiza una concentración en El Chocón, yo me agrego y creo que fue cuando tuve mejor nivel porque estaba para correr el k-1 500, no el de 1000 que, te repito era de Abelardo (Sztrum), pero el otro sí porque en los controles yo estaba muy parejo con Mangín y en un 60 / 70 % ganaba yo. Pero ellos venían trabajando desde hacía años, no se jugó el entrenador para hacer algún cambio, quedó así y yo me subí al k-4 con Mangín, Labrín y Correa. Se entrenó muy bien y muy serio, hubo otro presupuesto, no sé si fue porque los Juegos se hacían en el país. Incluso no era el bote una fija para hacer podio, mucho menos teniendo en cuenta que los cubanos y norteamericanos venían con lo mejor y los mexicanos tenían buen nivel.
-Todo eso fue la previa, pero ¿qué recordás de la regata en sí misma? 
Me acuerdo que había mucho viento y oleaje y ni siquiera era una ventaja por ser locales porque nosotros entrenábamos en el Tigre y es una pista plana. Lo bueno fue la concentración en El Chocón, que había conseguido Juan Labrín, que era un muy lindo lugar pero era difícil encontrar un día sin viento. Los dos que ganaron dominaron la competencia, nosotros muy cerca, la disputa fue con México aunque desde la mitad de la regata se vio que estábamos mejor. En su momento le quité importancia, quizás antes de correr firmaba un tercer puesto, pero Argentina ya había ganado oro y plata y parecía poco. Después te das cuenta que no es así. 
- ¿La actuación argentina fue un punto de inflexión para el deporte, tanto como tu medalla para el canoaje  en San Pedro? 
- Pienso que sí. Acá fue un punto de inflexión, porque después vinieron Lucas (Contreras), Matías (Machicote) con el subcampeonato en juveniles, Albouy, Mosteiro y otros chicos que pintaban para mucho más y que pudieron conseguir iguales o mejores resultados que yo, pero no trascendieron tanto porque se dedicaron al estudio y priorizaron otras cuestiones, o llegaron cansados a senior. Ahora está Gonzalo (Carreras), que es de Baradero pero hizo su etapa acá y pinta más que bien. Y en Argentina también porque se empezó a llegar en finales en los mundiales, que nunca se había logrado, como Abelardo (Sztrum) en el ’97 en Canadá, lo mismo Javier (Correa) en Francia ’98 y después en los JJ.OO. Ese equipo fue el que hizo un quiebre. 
- ¿Aquel año fue lo mejor de tu carrera? pensando que unos meses después compitiste en el Mundial de Alemania, y era la antesala de los Juegos Olímpicos de Atenas '96...
- Sí, se realizó en Duisburg y ese año volví a correr un k-4, estuvimos cerca de meternos en la final. Y siempre los k-4 estuvieron un poco relegados, ahora se hace más hincapié en los botes de equipo salvo que aparezca un fuera de serie como lo fue Javier en su momento. Pero en aquel momento el cubano apostó a lo individual y no le fue nada mal, tanto con Abelardo como con Javier. Eramos un grupo de 7 palistas, y con ellos en el k-4 podríamos haber estado mejor. Pero había una brecha entre el 5º y los de atrás. Juan Labrín, por ejemplo, era admirable porque estaba cerca de los 40 años y a lo mejor no había nadie de afuera del equipo que le ganara, pero estaba un poquito más atrás que el resto. En cuanto al ’96, volví a estar afuera del equipo por lo que te contaba antes y los JJ.OO. de Atlanta no los tomé con la dimensión que en otro momento lo hubiera visto. Lo hablaba no hace mucho con Diego Cánepa, que hoy es jefe de equipo y recordando, me decía ‘como me fallaste’, porque en el ’97 pasé a un k-2 200 m., con él y a nivel sudamericano ganábamos. Yo había decidido en el ’98 empezar el profesorado y tenía que ser sí o sí. Le dije a los entrenadores que ya había corrido los botes que creía o merecía correr y estaba contento con eso. Y Diego me cuenta que había hablado con el cubano y le había dicho que al año siguiente apuntaba a ese bote doble conmigo… y le digo ‘ahora me lo decís, después de 20 años’, a lo mejor hubiera sido distinto... se venía preolímpico pero a mí me costaba estar fuera de la ciudad. 
- Javier Correa y Diego Cánepa entre otros, están en la Federación Argentina, ¿te ves en una función similar? 
Sí, es cierto que muchos siguen como directivos o cerca de la federación. Por un lado me encantaría, pero cada vez me cuesta irme de acá, por ejemplo Damián Dossena, que es entrenador de las mujeres senior, hace 3 semanas que no vuelve a su casa, en Granadero Baigorria, y tiene dos hijos (N. de la R: Fernando no deja de señalar a su hijo que se acercó, o la habitación donde su hija recién nacida se hace escuchar). Son decisiones que a mí me cuestan como me costaba en aquel momento.  

2 comentarios:

  1. Excelente. Que bueno es recordar los grandes deportistas de San Pedro.

    ResponderEliminar
  2. Excelente es recordar los grandes deportistas sampedrinos que casi todos olvidan

    ResponderEliminar

Buscar