Los días en San Pedro transcurren con una gran cuota de felicidad
y, aunque no son de descanso total ya que el entrenamiento continúa, Brenda Rojas
los aprovecha especialmente. Es que no estaba en los cálculos tener esta semana en la ciudad (el miércoles partirá a España) con los suyos, valorando más y más la medalla panamericana, en medio de saludos y reconocimientos.
“Cuando llegas acá te das cuenta de lo que hiciste, de lo que vale la medalla. Allá no, porque vas a buscar un objetivo,
que se cumplió, aunque nos veíamos segundas,
pero vale igual”, son sus primeras palabras.
A medida que se olvida del grabador y se afianza en su lugar en el mundo, la Cooperativa Las Canaletas, siempre con el agua muy cerca, seguirá contando: “Todos teníamos expectativas de medallas y se consiguieron”, mientras el sueño olímpico es por ahora, eso: “Mi sueño es clasificar, supongo que empezaremos a hablar de ahora en más. Argentina tiene un buen nivel como para llegar, pero no hablamos más que eso”.
A medida que se olvida del grabador y se afianza en su lugar en el mundo, la Cooperativa Las Canaletas, siempre con el agua muy cerca, seguirá contando: “Todos teníamos expectativas de medallas y se consiguieron”, mientras el sueño olímpico es por ahora, eso: “Mi sueño es clasificar, supongo que empezaremos a hablar de ahora en más. Argentina tiene un buen nivel como para llegar, pero no hablamos más que eso”.
- Con todo lo que significa una medalla, ¿pensaste cuál fue el
mayor sacrificio en lo personal?
- Mirá, esta semana fue lo mejor porque nos dieron un descanso
que no estaba pensado y eso lo valoro mucho. Hay chicas que tienen hijos… en mi caso, el
sacrificio fue dejar mi familia, a mi mamá… a mi me costaba un montón irme a
concentrar… ¡a Rosario!, llamaba a mi casa llorando y fui de un extremo al otro
porque ahora paso más tiempo afuera y me cuesta todavía, pero es diferente.
Ahora cambió todo, me llevo mejor con
otras chicas, bien con el entrenador, si me pasa algo se lo puedo contar a alguien y no llamar
a mi mamá o a Gastón (Ortiz, su entrenador), como antes. Junto con Martina
Isequilla, somos las más jóvenes y compartimos cosas más por la edad que por
cercanía de ciudades.
- Las concentraciones tienen mucho de rutinario….
- Sí, te quema la cabeza, pero siempre buscamos hacer algo
distinto, tratamos de hablar de otra cosa que no sea canotaje. Compartimos con
los varones algunas cosas como las comidas y alguna vez vamos al cine. Yo no
conocí la etapa que cuentan Gastón o Fernando (Ortiz), nosotros no tuvimos problemas con la comida o con los viajes, aunque los botes llegaron tarde pero estuvieron. Yo no me quejé en
ningún momento porque estoy acostumbrada a remar un día en un bote y otro día
en otro, así que era un lujo lo que teníamos. Seguramente con el tiempo, puede
ser una complicación si me acostumbro a uno en particular.
- ¿Costó mucho la adaptación de las 4 palistas?
- El bote conjunto es muy difícil de complementar. En los
entrenamientos siempre nos costaba, salía una parte bien y otra no, pero en la
competencia es como que se alinearon los planetas y salió bien, no sé si por la
adrenalina…. Pienso que también las edades tienen que ver en esto, sobre todo
porque las más jóvenes somos bastante inquietas aunque siempre llegamos a un acuerdo
porque tratamos de hablar entre nosotras y ahí fue cambiando la cosa. Cuando no sale bien, te pasa por la cabeza volver a tu lugar.
- ¿Ya te planteaste el nuevo objetivo?
- Que sigamos bien con este bote. Ahora vamos a España a
entrenar, un poco más de un mes. Por ahora estoy desenchufada, aunque sigo
remando y haciendo una rutina que me dieron aunque me doy mi espacio, hoy remé a la mañana, hice un poco de gimnasio y voy a correr a la tarde porque si no
lo haces, se nota cuando volves. Igual, a mí me encanta saber que lo puedo
hacer en mi ciudad, que me despierto y estoy acá, en mi lugar…
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